400 años pasaron desde la última revelación en el Antiguo Testamento y los días del Nuevo Testamento. Mucho ocurrió en el mundo durante estos años. El imperio Persa cayó, dando paso al imperio griego. Tras la muerte de Alejandro Magno, el imperio se dividió entre sus cuatro generales, y el pueblo judío pasó por diferentes poderes y diferentes influencias. Si te interesa este periodo de la historia y quieres saber más sobre la historia judía de esta época, hay recursos en internet y libros que
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desarrollan el tema.
Para cuando Jesús nació en Belén, Judea formaba parte del Imperio Romano. Herodes gobernaba la región bajo domino romano, y los judíos tenían el templo, con fariseos y saduceos como líderes religiosos. Sin embargo, digamos que en el templo no habitaba la presencia de Dios. Los hebreos, como había ocurrido en diversas ocasiones en su historia, habían dado la espalda a Dios y lo único que quedaba entre los religiosos era tradición judía; mas los corazones de la mayoría de los judíos estaban lejos de caminar diariamente con el Señor.
Aunque los primeros libros del Nuevo Testamento no fueron escritos hasta 50 años después del nacimiento de Jesús, el Nuevo Testamento fue completado antes del fin del primer siglo.
La Palabra de Dios nos presenta una persona, Jesucristo, un plan, la redención del ser humano, y una meta, la gloria de Dios.
Cristo es el protagonista de las Escrituras desde la primera página del antiguo testamento y hasta la última del Nuevo. La historia de la humanidad y la del pueblo escogido por Dios nos ha hecho ver la necesidad de un Salvador, el cual Dios ha revelado desde los primeros capítulos del Génesis. Los profetas hablaron de Él, de modo que en el evangelio de Lucas 24 Jesus, después de haber resucitado, habla a los que iban camino a Emaús diciendo: ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?”
Y nos dice el texto que comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.”
Y es que, aunque los evangelios narran la vida de Jesús en la tierra, la Biblia entera es el evangelio, es decir, las buenas noticias empiezan en Génesis y se extienden hasta el Apocalipsis, donde Cristo nos dice: “Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.”
El próximo año, después de las vacaciones de Navidad podremos continuar estudiando las Escrituras, continuando con los libros del Nuevo Testamento, pero durante este mes de diciembre, y en preparación para la Navidad, quisiera compartir reflexiones sobre Cristo y los otros personajes de la historia de la Navidad, porque más importante que llenar el frigorífico o encontrar regalos apropiados para nuestros seres queridos es preparar nuestros corazones para enfocarnos en estas fiestas en el que personifica la Natividad. Esa escena tan bonita que todos hemos visto representada y quizás en la que hemos participado en alguna ocasión trata de la llegada del Mesías a la Tierra. No olvidemos el verdadero significado de la Navidad.
Durante las próximas tres semanas, de lunes a viernes, podrás escuchar y meditar en lo que la Palabra de Dios dice sobre la Natividad, y prepararte así para disfrutarla aún más. Te invito a que compartas con los tuyos por qué celebras tú esta época tan bonita y cómo la pueden celebrar ellos desde lo más profundo de su corazón.